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Vivir en la mediocridad

 Todos los días se volvieron iguales, la rutina transformó mi vida en un repositorio de deseos qué cada día veo más lejos. Tengo pocos años y a la vez los suficientes como para afirmar qué hay cosas que nunca pasarán y que aunque soñaba vivirlas, ya son parte de un pasado que nunca será futuro. No voy a vivir en un castillo, ni en cuentos de hadas ni en un mundo justo, posiblemente nunca trabaje en televisión ni publique un bestseller. Me estoy despidiendo de lo que no fue, ni será nunca. Vivo y me siento atrapada en una vida que en un momento elegí, pero que me llevó a una rutina qué se vuelve cada día más desesperante. Necesito magia, moverme, volver a sentir que navego entre un mar en calma, de silencio y de paz. Vivo corriendo y nunca llegó a ningún lado, las rodillas me sangran y mi cuerpo me pide que pare. Cada día es lo mismo, me repito durante muchas horas: no podes ni tenes que poder con todo. Pero mi inconsciente sabe a la perfección qué mi exigencia siempre me dice que t...
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El que devolvió la magia de mi navidad..

 Siempre las luces de colores me llenaron de ilusión, las calles llenas de gente con bolsas que llevaban regalos pero por sobre todo el deseo de que todo fuera diferente alguna vez. Durante muchos años intenté encontrar esa magia, ese soñar de que dentro de 365 días todo fuera diferente, que el milagro de la navidad se hiciera presente.. Camine, corrí, busque, hasta que un día mi milagro llegó antes. El brillo no vino en una bolsa, ni un paquete grande, ni del polo norte como papá noel trae tantas cosas, apareció antes, con sus ojos negros, su sonrisa tan única como ninguna otra y sobre todo su magia, esa magia que lo cambió todo. Gracias por ser mi milagro antes, por devolverme la luz y hacer que mi mundo brille después de tanta oscuridad, gracias por devolverle la magia a mi navidad y al resto de mi vida.. 💕

Susanita se ha quedado sola una vez más...

  Desde que somos nenas que soñamos, nos dice, nos cuentan, nos muestran un príncipe de color azul que cruza por la puerta y nos elije para ser felices de una vez y para siempre. Ayer miraba por vez incontable simplemente no te quiere y volví a reírme y volví a llorar y volví a entender que difícil es este mundo para las Susanitas, las que siempre nos volvemos a quedar solas una vez más. Con el pasar de los años el encanto y todo lo que nos han contado cuando éramos Susanitas en potencia se va diluyendo, pero no así el dolor que genera cada decepción cuando vuelve a suceder. A veces me siento condenada, como sé que vos también, a vivir en un mundo que no es ni como en los cuentos ¡Ni siquiera con los cuentos que no son felices! Y así es como Susanita ve cómo se va una vez más, como la magia duro poquito y los días vuelven a ser completamente comunes. No hay atardeceres, ni rosas, ni príncipes azules, solamente una Susanita, que se volvió a quedar sola un día, un tiempo más. Susan...

Girasoles...

Hoy mientras viajaba los vi, eran unos cuantos, diría miles, hasta millones de ellos. Se agrupaban uno adelante y detrás del otro formando un gran círculo amarillo que giraba siguiendo al cielo.   El sol salió resplandeciente cuando los empecé a observar pero una nube los tapo en segundos y ellos se escondieron ¿No era una hermosa metáfora de la vida? Los girasoles sentían que tocaban la luz, se abrían, contaban sus mayores secretos y segundos después la oscuridad los obligaba a cubrirse. Ese momento me llevo al día que lo conocí a él, a ella y a tantos otros. Recuerdo como les conté quien soy, quien fui y quien quería ser para que luego intentaran taparte como una nube se lleva el sol cuando tiene ganas. En ese momento admire los girasoles, siempre volvían a ilusionarse, volvían a abrirse a ese sol que pronto los dejaría de alumbrar ¿No era sino un acto de valentía? Necesitaban siempre volver a intentarlo, pensar que esa vez todo sería diferente y que nunca más los volverían a a...

Siempre habrá...

Abrió la tapa de su cuaderno y escribió la frase que venía dando vueltas en su cabeza desde hacía varios meses: siempre hay un roto para un descosido. Durante unos segundos detuvo el lápiz y se quedó pensando en aquella frase ¿Será de verdad que siempre encontraremos alguien que nos complete? ¿El ser humano puede estar completo alguna vez? Negó con la cabeza y siguió con la introducción. Con el correr de las palabras escribió lo único de lo que tenía certezas: el ser humano no sabe de completudes ni de felicidad plena, pero siempre se encuentra con alguien más en el camino. Ese alguien más que viene a las chuequeadas, con la cabeza un poco baja y roto al igual que uno, nos mira y nos entiende. Es allí donde la magia se produce, en el fondo sabemos que el no está completo ni nosotros tampoco y que juntos no llegaremos ni a la mitad de lo que nos gustaría ser. Pero que lindo ese sentir que siempre, a pesar de todo, hay un roto para un descosido...

¿Quién soy?

Durante muchos años me ha costado definirme porque creía firmemente que era limitarse. Hoy, con el correr del tiempo y las enseñanzas que la vida va dejando (algunas muy duras) entendí que a veces reconocerse dentro de ciertos márgenes esta bien. Si soy, a mis veintitrés años, primero una niña que creció en un barrio, luego una adolescente que encontró otros caminos y finalmente una adulta que salió en busca de una vida diferente. A los dieciocho años decidí que mi destino estaba muy lejos de la ciudad en donde nací, tenia que buscar una vida diferente y así lo hice, llegue a la ciudad de Córdoba en donde me esperaba la mejor carrera del mundo. A todos los que estudiamos Comunicación nos cuesta definir que es lo que hacemos y que es lo que verdaderamente aprendemos y mi respuesta siempre es la misma, todo, absolutamente todo. Somos camaleones nadando en medio de una selva, nos adaptamos a los cambios y entendemos que la sociedad cambia y avanza, y siempre tenemos que estar a la altura ...