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Mostrando entradas de 2018

Las siete y media de la tarde...

Y a esa hora el reloj se detiene cada día, el sol se marcha y me doy cuenta que vos, vos te vas junto con él. Las siete y media de la tarde, esa hora en la que me gusta creer en la infinitud de este universo, en que este ciclo no tiene fin, en el que me gusta preguntarme si sabré alguna vez cuán lejos puede llegar esta infinitud en la que algunos sostienen que vivimos. ¿Lo sabré algún día? Posiblemente no, de eso y de muchas cosas más son de las que no estoy segura, pero hay una que sí, una certeza que encontré entre tantas dudas. Son las siete y media de la tarde y vos no estas, te busco en nuestros lugares y no te encuentro. Reviso mis historias, y hay un personaje menos ¿Qué irónico no? Tantas veces fuiste el dominador de mis cuentos y hoy tu personaje ya no me dice nada,   ya no me indica el camino, ese personaje que el viento está llevándose su voz y que con solo pensar en eso me aterra. Irónico también es que, ese persona siempre fue mi favorito, ese que a las siete y m...

El ciclo sin fin...

Y llegó el día en que las cosas no duelen, él corazón no aprieta, la noche no asusta. Y ese día llegó después de que las cosas dolieran, el corazón apretara y la noche asustara. Y noches como esta me preguntó ¿Es así como hay que vivir? ¿En el eterno ciclo de la felicidad fugaz? ¿Será ese el karma de ser humano? Tal como nosotros las cosas son finitas, efímeras y nos demuestran en cada momento que nada será para siempre. Pero esta noche que la luna ilumina y las estrellas son compañía y no deseos de reencuentro, pienso cuanto valieron esas lágrimas de finitud, de temor y de desear que todo cambiara. Y eso es gracias al eterno ciclo, ese que no termina, que nos hace viajar por la vida de forma repentina, que nos dice que hay días buenos y días no tan buenos. Que nos enseña que cada momento tendrá relación y quedará marcado en ese paso fugaz, en esos sentimientos tan frágiles y que de a ratos no podemos controlar. Si hoy tus cosas duelen, tu corazón aprieta y la noche te asusta te dig...

Tan real que duele...

Me deje llevar como el viento lleva las nubes, como el anochecer barre al sol y la luna desaparece con los primeros cantos. Me deje mirar, me deje conquistar, me deje amar y acá me encuentro, desolada como quien ha perdido todo sin darse cuenta. Sin más que sonrisas cargadas de nostalgia lo recuerdo cada día, repaso nuestra historia una y otra vez ¡No sea cosa que se me olvide algún detalle! Te veo allí, tan mío, tan ajeno, tan de otra, tan vos. Esa noche de abril en la que te fuiste me quedo ese triste adiós con la melancolía de alguien que no quiere irse, pero debe hacerlo. Hoy sos un recuerdo, que aparece cada tanto para demostrarme que fui capaz de tenerlo todo, todo aquello que nunca más tendré, todo aquello que fue tan real que duele…