Todos los días se volvieron iguales, la rutina transformó mi vida en un repositorio de deseos qué cada día veo más lejos. Tengo pocos años y a la vez los suficientes como para afirmar qué hay cosas que nunca pasarán y que aunque soñaba vivirlas, ya son parte de un pasado que nunca será futuro. No voy a vivir en un castillo, ni en cuentos de hadas ni en un mundo justo, posiblemente nunca trabaje en televisión ni publique un bestseller. Me estoy despidiendo de lo que no fue, ni será nunca. Vivo y me siento atrapada en una vida que en un momento elegí, pero que me llevó a una rutina qué se vuelve cada día más desesperante. Necesito magia, moverme, volver a sentir que navego entre un mar en calma, de silencio y de paz. Vivo corriendo y nunca llegó a ningún lado, las rodillas me sangran y mi cuerpo me pide que pare. Cada día es lo mismo, me repito durante muchas horas: no podes ni tenes que poder con todo. Pero mi inconsciente sabe a la perfección qué mi exigencia siempre me dice que t...